3 sept 2014

LA ÚNICA DROGA




Te vi con otro hombre aquella desafortunada noche,
llevabas unas flores que él te había regalado y un estilo diferente,
otra manera de contemplar tu gloriosa belleza.
Y al mirarte debo de decir que sentí morir por dentro,
que mis esperanzas las mataron de un balazo una a una,
y mi coraje e impotencia se elevaron al cuadrado.

Y que para olvidarte me metí mil drogas,
entre vinos, licores y cerveza barata,
hasta dos cajetillas de cigarros y poquita cocaína.
Mi mente colapsada no comprendía como podías salir con ese imbécil,
que solo te busca por el placer de tu cuerpo y de tu cama.

Y que lloré en la soledad de mi casa,
y maldeci a mi suerte y a los doce dioses,
y que por más sustancia que le metía a mi organismo,
esta no lograba causar el mismo efecto,
ese efecto de impotencia
que provoca contemplar tus profundos ojos,
y esas insaciables ganas de beber tus labios.

Porque eres mi única droga,
la única que disfruto de probarla
por la que me hice adicto,
y la única que en  realidad me hace daño.