Jugábamos a ser poetas
a dedicarnos versos y escribirnos cursilerias,
a soñar con vivir en Roma y contemplar nuestros universos,
eramos soles y lunas, eramos dioses y mortales.
El problema es que entre poetas el amor no existe,
dentro de ellos solo hay lugar para el dolor y melancolía,
para los reproches y desgracias,
tienen suficiente dolor dentro de ellos mismos,
como para poder albergar si quiera amor propio.
Intentamos escribirnos,
nos idealizamos el uno con el otro,
hicimos y nos convertimos en poesía,
aunque, como dicta la ley del universo,
entre dos poetas no se aman.
