24 oct 2014

CRÓNICA DE UN PACIENTE CON ÉBOLA- PARTE II



La infección comenzó en el continente americano por medio de Texas, por lo que no es raro que rápidamente se expandiera por todo Estados Unidos y de ahí a México. Lamentablemente mi México querido esta demasiado jodido, por lo que la enfermedad se expandió mucho más rápidamente aquí, debido a lo poco preparado que se encuentran los hospitales ante una pandemia de este tamaño.
Lo más sorprendente fue que nunca nos enteramos de nada, la televisión y la radio no menciono nunca sobre la gravedad del asunto, manejaban que todo estaba controlado y no que no había razón para alarmarnos. Menuda mentira, cuando menos nos dimos cuenta los hospitales estaban a reventar de pacientes moribundos y médicos asustados.

No sé como pudo ser mi contagio, imagino que fue la vez que viaje a la ciudad vecina de Presidio, Texas a comprar algunas botanas para la noche en que haría con unos amigos un pequeño torneo de FIFA 15 en mi amado Play Station. Recuerdo que compre unas bolsas de papas fritas, dos botellas de refrescos, cacahuates japoneses y un doce de Bud Light.

Joder, hace apenas una semana de eso y ahora estoy en un hospital en cuarentena, los médicos y enfermeras que me atienden entran cubiertos de pies a cabeza con trajes especiales, me suministran suero y medicinas cada tres horas para ver la reacción de mi organismo, aunque yo me siento bien aún, solo me dan fuertes dolores de cabeza constantemente.

Me excluyeron de mi familia, amigos y alumnos desde que me diagnosticaron el virus, cuando les pregunte a los doctores que si puedo verlos o si se encuentran bien, se limitan a decirme  "relajese señor Rosas, todo saldrá bajo control"... Si algo he aprendido de la televisión y mis horas de ocio desperdiciado viendo Netflix, es que cuando un policía o doctor te dice que todo esta bajo control, es que el panorama esta realmente jodido.

Como no existe cura o tratamiento especifico para eliminar la enfermedad, los médicos están tratando con todos los métodos posibles para sanarme, he escuchado platicas entre los doctores en los que dicen que el virus ya infecto a el treinta por ciento de la ciudad, y que encontraron dos cadáveres en la calle debido a no atenderse en un centro de salud.  
Gracias a mi trabajo, cuento con el servicio médico de Pensiones, que es el de "mejor calidad" en México, por lo que en cuanto me diagnosticaron me trasladaron inmediatamente a un hospital que habilitaron especialmente para los pacientes con Ébola. 

-Señor Rosas, ¿Como se siente? 

No me había percatado de que el doctor estaba delante mio, cubierto de los pies a la cabeza con el traje especial color naranja. Al lado de el estaba otro doctor igual de cubierto y una enfermera, lo sorprendente es que ella tenia puesto su vestido normal de oficio y solo un cubrebocas para evitar el contagio.

-¿perdon?... oh.. este.. bien doctor, creo que voy mejorando.

Mentí, quizás para engañar a mi cerebro de que todo iba a estar bien.

-Esas son buenas noticias, Laura, por favor revise su temperatura.

Dijo el doctor mientras señalaba al termómetro que estaba a un lado de la camilla, ella se puso unos guantes y con extrema precaución levanto mi brazo y lo coloco debajo de mi axila.

-Todo estará bien, señor Rosas

Me dijo ella, detrás de ese cubre bocas escuche la voz más dulce y relajante del mundo. Al escucharla sentí tranquilidad de verdad, voltee para arriba mientras levantaba mi brazo y noté que sus ojos me miraban.

Sus grandes y hermosos ojos verdes.